Victoria china en Asia Central
Pekín aprovecha la torpeza de Moscú para cortejar a los productores de gas
Rusia, que hasta 2008 se afanó por acaparar los hidrocarburos de Turkmenistán (poseedor de las cuartas reservas de gas del mundo), pierde peso en Asia Central. En el vacío que los rusos dejan en esta región estratégica se instala China. La sistemática política económica de Pekín, acompañada de ventajosos créditos, contrasta con las veleidades de Gazprom, el exportador monopolista controlado por el Estado ruso.
Pekín concede créditos para explotar nuevos yacimientos
Los dirigentes de Turkmenistán se niegan a recibir a Alexéi Miller, el jefe de Gazprom. "A Miller aquí no lo tragan", afirma en Ashjaba, la capital turcomana, un especialista energético que acusa al consorcio ruso de colonialismo. A juzgar por unas imprudentes declaraciones, Igor Sechin, vicejefe de Gobierno ruso responsable de la energía, no ha aprendido todavía cómo actuar en Turkmenistán.
Los expertos rusos capaces de mantener una relación estable con el presidente turcomano, Gurbenguli Berdimujamédov, no son muchos. Entre ellos están Yuri Shafránik, presidente del consejo de la Unión del Petróleo y del Gas de Rusia, que en octubre intervino en el segundo fórum de inversión de Ashjaba, e Igor Makarov, presidente de Itera, una empresa que invierte en gasoductos y en la exploración del sector turcomano del Caspio (junto con las compañías rusas Zarubiezhneft y Rosneft). Las amplias oficinas de Itera contrastan con las precarias dependencias de Gazprom en Ashjaba.
En mayo de 2007, el entonces presidente de Rusia, Vladímir Putin, convenció a sus colegas de Turkmenistán y Kazajistán para ampliar la red de gasoductos por la ribera del Caspio, es decir, la infraestructura soviética que les une a Rusia. El fin de Putin era impedir la aparición de gasoductos como Nabucco, un proyecto apoyado por la UE que compite con el proyecto ruso Corriente del Sur.
En época de gran demanda y altos precios, Moscú firmó contratos de larga duración con Ashjaba y vendía en su frontera occidental con Ucrania el combustible comprado en Asia Central. Impresionados por los beneficios de los intermediarios, Uzbekistán y Turkmenistán exigieran a Gazprom incrementos de precio basados en fórmulas europeas (que se rigen por el petróleo) en lugar de precios políticos.
Por temor a no poder satisfacer el esperado incremento de la demanda europea, Gazprom se avino a pagar un 30% más por el gas turcomano de 2007 a 2008 y apalabró contratos hasta 2028. Pero la crisis transformó en un bumerán elarma energéticaesgrimida por Miller y Putin. Los europeos consumían menos y pedían rebajas a Gazprom, que a su vez las pedía a Turkmenistán. En abril de 2009, tras la explosión en un gasoducto, Gazprom interrumpió la importación de gas turcomano durante nueve meses y Ashjaba le acusó de provocar aquel accidente. Turkmenistán produce ahora 75.000 millones de metros cúbicos al año y en nueve meses de 2010 ha exportado 7.900 millones de metros cúbicos a Rusia (en lugar de los 70.000 millones previstos cuando Gazprom lo acaparaba todo).
Tras sufrir cuantiosas pérdidas (1.000 millones de dólares al mes), Turkmenistán diversifica sus exportaciones. China e Irán son ya realidades, mientras que Europa y la ruta Afganistán-Pakistán-India (TAPI) deben superar respectivamente los problemas del transporte por el Caspio y la inestabilidad en Afganistán.
En diciembre de 2009, Turkmenistán inauguró su tramo en un gasoducto que lo une a China por Kazajistán y Uzbekistán. Este gasoducto transasiático de 7.000 kilómetros deberá transportar 30.000 millones de metros cúbicos de gas turcomano en 2012 por acuerdo entre Turkmengaz y la compañía china CNPC. El combustible procederá en parte de Bagtyiarlik, un importante yacimiento en la cuenca del Amudaria que es explotado por PetroChina, y que es el único en tierra firme concedido a una empresa extranjera en Turkmenistán.
Según fuentes no oficiales, Turkmenistán recibe de China 150 dólares por mil metros cúbicos de gas, y sus exportaciones este año pueden quedarse por debajo de los 6.000 millones de metros cúbicos que proyectaba transportar. Además de invertir 4.000 millones de dólares en el nuevo gasoducto, China ha concedido un crédito de 3.000 millones de dólares a Turkmenistán para explotar los yacimientos de Yuzhni Yolatán destinados al gasoducto Oeste-Este. Este tendido, actualmente en construcción, tendrá 1.000 kilómetros y una capacidad de 30.000 millones de metros cúbicos al año. Gazprom quería ser el operador del proyecto, pero Turkmenistán se lo negó. El gasoducto Este-Oeste podrá unirse a la red del Caspio hacia Rusia o con futuras redes al margen del territorio ruso.
A Moscú no le preocupa la exportación de gas turcomano a China, pero sí la competencia en Europa, su principal mercado. Mientras la demanda en su principal mercado se recupera, Rusia quiere mantenerse en Turkmenistán a bajo coste. Igor Sechin, que recientemente acompañó al presidente Dmitri Medvédev al puerto turcomano de Turkmenbashí, vino a decir que la construcción del gasoducto ribereño del Caspio está congelada, que Nabucco es inviable y que Rusia quiere sumarse al gasoducto a Afganistán. En un seco comunicado oficial, el Ministerio de Exteriores de Turkmenistán ha acusado al alto funcionario ruso de interferir en la política internacional de Ashjaba, de mantener una actitud "no constructiva" y de evidenciar que Rusia "no cumple o no quiere cumplir las obligaciones contraídas" para construir el gasoducto ribereño del Caspio.
Tras precisar que las decisiones sobre el TAPI las toman los países miembros conjuntamente (Turkmenistán, Afganistán, Pakistán e India), Ashjaba ha aconsejado a los representantes rusos que se guíen por "sentido de la responsabilidad y realismo" al hablar. Poco después de la visita de Medvédev, la petrolera norteamericana Exxon Mobil ha reabierto las oficinas de Ashjaba, cerradas en 2002, y el presidente Berdimujamédov ha subrayado el "amplio potencial con esta compañía".
Con paciencia
China actúa con "visión a largo plazo e independencia de la coyuntura" en el terreno energético, lo que "da resultado y resulta envidiable", afirma Yuri Shafránik, que fue ministro de Energía de Rusia de 1993 a 1996. En opinión de este experto, Rusia, Turkmenistán e Irán deberían formar un eje de productores de gas para negociar con los consumidores: Europa en occidente y China en oriente.
Turkmenistán y Rusia no competirán por exportar gas a China en los próximos 10 años, afirma Shafránik, para quien el gasoducto de TAPI podría ser uno de los "cuatro o cinco proyectos necesarios" para sustentar la presencia occidental en Afganistán y asegurar el paso de un estado de guerra y la lucha contra el narcotráfico al desarrollo económico.
Shafránik es partidario de seguir construyendo el gasoducto ribereño del Caspio, "justamente ahora cuando los precios de los combustibles son bajos". "Hay cierto riesgo de no llenar el gasoducto durante cierto tiempo, pero al final este se amortizará", dice. El coste del gas de los yacimientos de Novo Urengoi, en Rusia, es un 20% superior al del gas turcomano, y esa diferencia se eleva al 35% en los nuevos yacimientos rusos que requieren inversiones, dijo Shafránik en Ashjaba. El mercado europeo seguirá siendo prioritario para Rusia, que en 2030 exportará un 20% de su gas en dirección oriental. "En los primeros años de su presidencia, Berdimujamédov quería que Gazprom se involucrara más en el país, pero no resultó y no sé si por causa de Rusia o de Turkmenistán", dice. Shafránik no quiere calificar la política de Gazprom de "chantaje energético", pero sí cree que el consorcio tuvo "enfoques erróneos" en la exportación y una visión simplista de los europeos. "Ni Rusia puede pensar que los europeos no tienen otras salidas, ni los europeos que Rusia no puede prescindir de ellos".